jueves, 9 de diciembre de 2010

Absurdo albedrío

Y me invitaron a un viaje a un lugar desconocido que no sabia si ir. Era un lugar del que nunca había escuchado hablar, pero que aun así me intrigaba. Lo nuevo. Como a todo ser humano le intriga lo desconocido, pero que pocos son capaces de enfrentarlo. Así como los riesgos que nunca se toman, y te frecuentan por las noches cuando duermes, interviniendo tus sueños misteriosamente. La persona que me invitaba era extraña, así de extraña como yo. Por eso sentí miedo. Miedo a quererme perder en lo que sabia era distinto. Me gusta explorar, buscar, ver, sentir, amar. Entonces dije que si. Con una voz entrecortada en unas palabras que quería borrar de mi vida una vez las escupí. ¿cuándo nos vamos? Pregunte temiendo que la respuesta fuera ¡Ya!

Así que empaque par de jeans, sweater, bufanda, un morral de viajero, y unos tacones altos por si la noche me invitara a bailar. En fin, no sabia a donde iba. Quizás debiera prepararme mejor. Zapatos de goma, franelas, medias, ropa interior y pintura de boca brillosa. ¿Medias de nylon? Que va… ¿para que? Y mi colección de estampitas de santos, y al Divino Niño que me cuida siempre. No lo puedo olvidar. Me peiné el pelo largo hasta la cintura amarrado en cinta negra. Zarcillos cortos que no molesten, y la mejor actitud. Al menos positiva ante todo, solo eso sería suficiente. Y entré al carro viejo, al que se le habían invertido unos realitos como para no dejarlo morir. Y allí me fui. Con mi mochila, mis ropas, mis santos, el Divino Niño, la buena actitud, y el corazón latiendo como desbocado.

Y en esa carretera larga, iluminada por farolas de pueblos abandonados en el desierto, me dejé llevar. Prendí un cigarrillo y abrí la ventana, y el viento de la sabana me iba despelucando hasta perder la cinta negra, hasta perder la razón. La oscuridad de la noche me hacia pensar que la noche no dura para siempre como todo en la vida. Como el preciso momento que estaba viviendo que de tan solo pensarlo, desaparecía entre el humo blanco de mi colilla, para dar paso al siguiente. Uno nuevo. Y sentí lo privilegiada que soy de vivir en un limbo oscuro como la noche, porque todo me lo hago cuestionar. Como cuando me pregunto el porque de las cosas, o quien soy, o a donde vamos. O el porque del olor de las rosas. Y esa sensación inagotable de no saber para donde, pero sabiendo que se va bien. 


He who fears to suffer, suffers from fear.  ~French Proverb

4 comentarios:

  1. Que emocion que estas escribiendo otra vez!!! O por lo menos publicando tus palabras para nosotros poder disfrutar de ellas!!! Thank you for sharing!!

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  2. sabes poner las letras juntas para hacer pensar...gracias y saludos!

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  3. Surreal y místico, las palabras bailan al compas de tus pensamientos, excelente texto

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