martes, 30 de noviembre de 2010

Leyendo leyes


La teoría del Karma o la Ley del Karma como la quieran llamar. Como si realmente fuese una ley en vez de una simple creencia. Una esperanza que si hacemos el bien en esta vida pues seremos recompensados en algún lugar, quizás en la próxima. Una del mas allá. O al menos si no hay recompensa, que probablemente la haya, no tendremos que quemarnos la piel blanca o  color aceituna, marcada de tanto vivir… entre las calurosas llamas del infierno aquel, así como lo llaman. Pero una ley tiene como ley ser universal, y lo que es bueno para mi, es malo para ti… ¿o viceversa? Entonces mas bien dime lo que es bueno para hacerlo, y lo que no lo es, para hacerlo también.

Porque leyes hay muchas, y las hay por doquier. Por lo menos en el mundo en el que vivo. Yo creería que hay demasiadas, mas de la cuenta. La Ley de la Gravedad, en donde la palabra grave no es tan grave, a menos que te encuentres en caída libre sintiendo el aire frío secándote la cara en un final mas que cercano. Sin paracaídas. Aunque hay casos diferentes en cada ley, porque uno se precipita mas de una vez y con los ojos vendados en el abismo del amor. Y ambas interpretaciones se hacen esenciales para vivir. Tanto la de la gravedad científica porque definitivamente todo cae por su propio peso, como la de la gravedad del amor, porque sin el morimos, no somos mas quien somos. No estamos mas.

Entonces supe de la Ley de la Conservación de la Energía. Siempre por allí presente. Al parecer ni se crea ni se destruye, simplemente se conserva o se transforma. Como nosotros. Así como transformamos una lágrima amarga en una dulce sonrisa, festejada. Como  se distorsiona el alma con la caricia del amado. Con una mano amiga. Humildad, compasión. Como se transforma el corazón de un hombre solitario la primera noche que duerme en compañía. Como pasa la tormenta y llega el silencio de la calma. Como un dia largo y pesado que se hace menos agrio a la mañana siguiente cuando sale el sol. Energía.  Esa misma que usaron las nubes negras para llorar de tristeza cuando tu no estabas. Y ya no.

Y que hay de la Ley de las Proporciones Múltiples en donde dos elementos se combinan entre si para dar un nuevo compuesto en cantidades exactas… o algo así. ¿Pero que importa el compuesto? ¿como es? ¿cuánto pesa? ¿de donde viene? ¿que hace? O ¿cuanto tiene?... en fin existe la energía de unirnos en un solo producto, quizás el amor. Y si la ley se aplica en términos químicos, porque no aplicarla cuando la química entre los dos es eminente en cualquier lugar del vasto mundo. Estés o no estés. Dos seres que  se aman. Energía de amor, da lo mismo, no es igual. Al final del dia no es mas que otra ley de las muchas que existen, y por ser ley… ¿acaso nadie la rompe? Seré yo la excepción.

Luego están las Leyes de Manu, considerado el antepasado común de toda la humanidad y por ende sus leyes deberían ser sabias, mas no lo son. Y han sido razón de controversia entre historiadores marxistas y hasta en llamas de hogueras han logrado parar. Y aunque también las critico por ser ellas machistas hay una que vale el tiempo recordar… «Piensa bien antes de actuar, habla de acuerdo con la verdad, mira por donde caminas y filtra el agua que has de beber». Por otro lado dice la historia que solo en días pares se conciben varones, por esa razón procuro hacer el amor cada dia once, los días de luna llena, a la orilla del mar. Miranda.

Y si pienso lo que pienso o mas bien no lo pienso jamás, entonces influye en quien soy y en lo que voy creando. Ley de la Atracción. Entonces el ahora no es mas que lo que pensé en el pasado, quizás anoche mientras te miraba dormir, y empecé a desearte mas que nunca y no te lo dije… ¿Donde estas entonces? Rompí la ley. Pero es que pareciera que todas fueran una, o al menos tuvieran algo en común. Amo, dueño y creador.  Y así creemos lo que somos y usamos el poder que tenemos para ir diseñando el modelo en el que queremos vivir. Un destino. Porque sin duda alguna lo que se resiste persiste, y aquello que dejamos ir, se queda inerte entre los brazos por siempre en un dulce atardecer. Y mi energía se aleja de lo malo, de aquello que sufre quitándole importancia, dejándolo morir en la oscuridad del silencio. En el silencio mas profundo, ese lugar perfecto donde se crea, se inventa, se sueña. Debería existir una Ley del Silencio mismo. Claro que existe, Ley del Hielo… que se vuelve aun mas grande y poderosa esos días cuando no te escucho.


When there is a very long road upon which there is a one-way bridge placed at random, and there are only two cars on that road, it follows that: (1) the two cars are going in opposite directions, and (2) they will always meet at the bridge. 
Murphy´s Law

martes, 23 de noviembre de 2010

Amor en tiempos de cólera

Hoy ha sido un dia diferente. De repente mi mente inquieta quedó estacionada de manera absurda en el numero mil doscientos cincuenta (1250). Como si me hubiese inventado el mas alto de los rascacielos en la ciudad de Nueva York, y por cosas de la vida me hubiese quedado allí, atascada en el piso 1250. Aterrorizada. Ese numero extraño que nada me dice, pero que esta allí, ocupando cada uno de los diminutos espacios de mi cabeza. Ojala fuesen mil doscientas cincuenta nubes blancas como algodón, que adornaran un cielo azul celeste de una tarde de primavera; o mil doscientos cincuenta libros de mil autores, que quisiera leer antes que mis ojos cerraran por siempre. Mil doscientos cincuenta sueños, reunidos en un mismo lugar.

Haití, año 2010. Mil doscientas cincuenta muertes por Cólera. Ya ni siquiera son 1250, ahora son mas. Mil trescientas cuarenta y cuatro fue la ultima cifra que escuche. Hace pocas semanas cuando empezó, escuche que eran cuarenta muertes y me asusté. Cada segundo de nuestras vidas estamos expuestos a una tragedia como esta. Casos como este, que los vemos allí enfrente a nuestros ojos, pasando, evolucionando, muchas veces empeorando o desvaneciendo, terminando en el olvido, debajo de la tierra. Pero como son cosas que no podemos tocar, hechos que no podemos ver fijamente a los ojos, permanecemos quietos, ajenos, imaginándonos siempre que no son nuestros, que no son nuestra verdad. Cuando en el fondo de todo este abismo, está un suelo firme y preocupante:  una sola REALIDAD.

Y uno va escuchando que ahora no son 40 muertes sino 80, y luego 100. Y luego multiplicamos eso por 100 y le sumamos unas cuantas mas. Y los días pasan, y las noches son largas y oscuras. Y volvemos a levantarnos escuchando que la cifra crece, y crece y crece, y que no hay nada que hacer. Entonces nos servimos el café de la mañana, nos apretamos el nudo de la corbata roja y salimos a trabajar. Tarde como de costumbre. Así como cualquier otro dia normal de la larga y pesada semana, como si nada estuviese ocurriendo en el mundo, salvo el señor del programa de la mañana que no para de hablar. Apagamos la radio. Y durante el dia nos vamos quejando y quejando que hay mucho trabajo, que la leche esta rancia, que me duele la panza de tanto comer… que la bolsa esta por el suelo una vez mas, que tienes que cortarte el pelo. Que la esposa gasta mucho, y que la suegra una vez mas se quedará para la cena. Que desvelo.

Creyendo siempre que no hay nada que hacer. Que las muertes en Haití no son mas que otra tragedia en esa pobre isla que Dios insiste en castigar. Y nos inventamos cuentos, cambiamos el canal de las noticias, y regamos chismes de una tal brujería que soltó Mandinga mas de mil años atrás. Karma. Y vemos mejor la novela o el resumen deportivo. No queremos saber mas nada de eso... Entonces es en ese preciso momento se disparan las alarmas del corazón, que por mas apáticos que seamos, atormentan. Algo no esta bien. Sentimos ardor en los ojos y quitamos el trozo de seda que nos cubre la vista, para darnos cuenta que Haití no esta allí por ellos ni para ellos, sino para nosotros. Que sus gargantas están secas de tanto llorar, y sus manos sucias se van poniendo lisas borrando los surcos que marca el destino. Pero que las nuestras no.

Para nosotros. No para que agarremos un avión y viajemos a la isla. No para que gastemos en medicina, ni ropa, ni juguetes. No para que salgamos a la calle con una cochinita de vidrio a colectar monedas que solo son restos de la noche anterior. No para pedirle a tu hija que le pinte un dibujo a colores para un niño pobre de Haití, ni para ser voluntario en una fundación que rara vez entrega…. Haití esta allí para que nos demos cuenta que todos somos iguales. Exactamente iguales. Una misma raza que llora cuando siente dolor, cuando tiene miedo, cuando se siente sola. Una raza con dos ojos multicolores que ven los tonos del atardecer, y una boca grande que sabe hablar de amor. Una raza con un corazón grande dentro del pecho capaz de ser compasivo y de amar sin condiciones. Fácil de quebrar.  

Que todos somos hijos del mismo padre y que por ende somos hermanos. Y que por el simple hecho de ser hermanos tenemos esa responsabilidad. AMARNOS. Entonces si no podemos ir a Haití con un pedazo de pan bajo el brazo que ayude a curar al enfermo, si no es posible pasar una noche en vela acompañando a un niño que se ha quedado solo, o de ayudar a un viejito a ponerse de pie. Si no podemos cantarle al oído de una madre que perdió su hijo y enseñarle a rezar… entonces hagámoslo simplemente con aquel que si podemos tocar. Hagámoslo con el viejo solitario de la esquina comprándole un ticket de lotería, o una florecita casi marchita. Saludemos con una sonrisa a la que nos ayuda en la casa cada mañana, o cuida a los hijos. Seamos amables con los compañeros de trabajo, así nos saquen de quicio cada jornada. Pidamos permiso y perdón y demos las gracias. Dediquemos unos minutos de la agenda apretada, al amigo que esta en problemas y necesita ser escuchado. Llamemos al hermano que hace rato pidió perdón. Absolvamos, perdonemos a todos y a nosotros mismos. Seamos todos empleados del departamento de Recursos Humanos, y hagamos del lugar donde vivimos nuestro sitio de trabajo. Abre los ojos. Ahora. Procuremos vivir en un estado de amor absoluto, aun en tiempos de cólera. 



If you can't feed a hundred people, then feed just one. - Mother Teresa


martes, 16 de noviembre de 2010

Autor de mi






Intervenciones divinas. Así podríamos llamar a las cosas a las cuales no les encontramos explicación. Como cuando se escucha la clásica historia ¨no alcanzó a tomar el avión que nunca llegó a su destino¨. Mas que una historia, una simple razón espiritual de los misterios de la vida. Tristeza y decepción al saber que rechazaron la oferta de la casa de tus sueños, para luego conseguir una mas soñada, y a mejor precio. Ese trabajo para el cual tanto te entrenaste, se lo han dado a otro, para luego recibir días mas tarde, una propuesta de negocio propio. Millonario. Y así podríamos ir nombrando un sin numero de ejemplos ajenos y propios que muestran la presencia de alguna intervención divina, acróbata de circo. Bailarina que gira y gira acabando siempre en un emotivo aplauso.

Quizás esa intervención divina no era por ti, sino por alguien mas. Por alguien mas que necesitaba de ti, de tu mano, y que de no haber existido ¨tal¨ inconveniente, no hubieses sido capaz de calmar su llanto, de ver una vez mas su sonrisa. Salvando vidas. Siempre buscando sin saberlo, estar donde se tiene que estar. Hacer lo que se tiene que hacer. Estar con quien se tiene que estar. Siempre reafirmando y jugando unas cartas ya jugadas de un destino previamente escrito, oculto debajo de la almohada.

Inconvenientes. Así los creemos. Pensamos siempre que las cosas solo nos pasan a nosotros. Que es un mal dia. Que es culpa de aquel o de aquella. Del trafico que impacientemente cerró fuerte tus puños ante el volante y te hizo gritar. Que eres de mala leche. Que tu pie izquierdo se apresuró a tocar el suelo esa mañana maldita, en la que no sonó tu reloj. Que la vida es absurda, que tus rezos se los lleva el viento y terminan perdidos entre la niebla de la montaña. Que nadie te escucha, que tu suerte no cambia. Y así una tras otras, queriendo cerrar algunos días con llave y candado, cerrando a su vez los ojos del alma, hasta el dia después… a ver si la cosa cambia. A ver si se desvía el sentido de la brisa…  olvidando que el norte siempre es el norte en cualquier lugar del vasto mundo. Y que aunque sintamos que las cosas no cambian, que la deuda se alarga, que la enfermedad no mejora, que el amor tarda en volver, que el negocio esta lento, que los días de lluvia insisten en atrasar la cosecha que llenó tus manos de tierra, la intención se lanzó al universo y solo queda ser paciente y esperar bonito.

Mientras sin perspectiva alguna deseamos que alguien, mas que por juego, por azar, lance de nuevo la moneda al aire, suspirando adrede poder ver la cara que estaba oculta. Sabiendo que quizás limpiando el sucio y empañado vidrio de las gafas de carey, pueda ver todo mas claro, mas sencillo. Sabiendo que centrándome por un instante y callando mi mente inquieta y brusca, podría escuchar suavecito en mi oído izquierdo una voz divina, sabia, como del mas allá, que me asegurara que las cosas son así. Así mismo como han sucedido. Así de caóticas como a veces creemos que son.

Sin entender nada. Así es como quedamos al ver que las cosas por las cuales tanto hemos trabajado, no se nos dan. Frustrados, tristes, decepcionados. Sin saber en el fondo que todo estaba destinado a ser de la única forma como ha podido haber sido. Ignorantes ante el maestro del todo y de la nada. Ajenos a sus planes, a sus designios. Preguntándonos siempre ¿porque? Acaso ¿quien es ese señor? ¿quien es el atrevido que da ordenes en mi vida sin saber quien soy? ¿quien es el escritor que trabaja sin tregua en el guión de mi vida inventándose locuras, historias, personajes que viene y van, así de eternos como las olas del mar… ¿quien es el? Ese ser excepcionalmente creativo que dibuja mis cielos de azul, y me pinta sonrisas en días de lluvia? Quien es ese productor de cine que me regala el escenario perfecto y me entrega herramientas para llevar a cabo mi papel. Perfecto. Y si algo pasa, algún error, un inconveniente… me pregunto a veces si el director de mi vida se equivocó de rol. Para darme cuenta siempre que soy yo la terca y ociosa,  que a veces escondo un guión ajeno en lo mas profundo de mi bolsillo. Y lo leo atrás, tras bastidores. Para abandonarlo después. No me perteneces.



"Some luck lies in not getting what you thought you wanted but getting what you have, which once you have got it you may be smart enough to see is what you would have wanted had you known."
-Garrison Keillor


martes, 9 de noviembre de 2010

No te vistas que no vás

Como de costumbre me levanté de madrugada con el despertador gritando a llantos que me moviera, que empezara a revolotear entre las sabanas todavía entrelazadas, señal que alguno de mis pies tocaría el suelo frío de la mañana, en algún momento. Pronto. Muy pronto me pasan las horas en que se le cierra la santamaría a la vida, y se le abre la puerta a lo surreal, a lo desconocido, al sueño tuyo, y al sueño mío.

Quisiera quedarme en la cama por siempre. El solo pensar que debo ir a trabajar a ese lugar una vez mas me aterroriza. Quisiera estar enferma para quedarme en casa. ¡No debería ser así, no tendría porqué sentir esto! Con una sola decisión que tomase, este sentimiento que me persigue y me tortura desde hace mucho tiempo atrás, podría desaparecer. Pronto y para siempre. Me impresiona mas bien lo fuerte que he sido y el tiempo que he sido capaz de vestirme, y presentarme allí, cada mañana ante el mundo, con esa careta ya vieja que todos conocen y reconocen. Que pena con ellos. No soy yo.

Y es que la vida muchas veces nos coloca en sitios que no son. A los cuales no pertenecemos, así pensamos. Para darnos cuenta luego que nos pertenecían mas que el propio nombre de pila. Que teníamos que estar allí en ese momento trabajando largas horas para un jefe irrespetuoso, gritón, prepotente, nervioso y desesperado. Así es. Teníamos que estar allí. En cada una de esas horas extras que nos vemos obligados a trabajar. Esas horas extras que terminan siempre saludando a la luna para ofrecerle una taza de café sin calentar. Que lento pasa el tiempo. Ese trabajo que nunca entendí, porque primero necesitaba entender que estaba haciendo allí, para poder empezar. Eternas horas viendo el reloj. Cerrando los ojos firmes y quietos, deseando con ganas que alguna fuerza extraña reencarnara en reloj de pared y moviera sus brazos largos hasta el punto de verme salir. Deteniendo el tiempo allí, en el momento de ese adiós que se haga eterno.

Pensamos entonces que fue una simple equivocación de carrera. Que los libros de calculo y las reglas de tres, da lo mismo si están o no están.  Que el delantal de chef o el estetoscopio ahora si que se fueron de fiesta. Que las hojas a cuadro y las presentaciones se pintan de colores hasta verlas no mas.  Las reuniones, las conferencias, los almuerzos ejecutivos, el viaje de negocios al interior, las horas extras… no pasaron tu prueba de personalidad. La venta se va a caer, el negocio no se va a cerrar, la bolsa cayó, el clima no esta bueno para el viaje….

Pero todo eso tan grande que somos no podemos dejarlo allí. Limitado a un puesto en la empresa o a la cantidad de ceros en tu salario. No seria sano ni bueno, definirnos únicamente por lo que hacemos… ¿Cuantos años estudiaste? ¿que titulo tienes? ¿cuantos doctorados o maestrías? dime tu... ¿donde trabajas? cuentame a ver... ¿cual es tu cargo? ¿cuanto ganas?  Lejos de quien realmente soy. No me pongas allí en esa esquina, ni me tapes los ojos con esa etiqueta que no puedo leer. Ese lugar allí tan arriba me hace reír, soy millonaria, me siento orgullosa, querida, realizada… pero no me hará nunca mas persona que tu, ni que nadie. Mas humana, mas noble. Y de ser así, fracasaría tarde o temprano viendo como mi castillo de arena se hace polvo tras la espuma del mar. Seria como llenar de aire una pequeña bomba sabiendo que va a reventar allí entre mis dedos... abriendo mis ojos a la realidad.

No andemos por el mundo como zombies, cara de arquitecto, de doctor, de modelo, de presidente de una empresa, de futbolista, de azafata… la vida misma nos va a despedir. Hay que tener paciencia porque si, no cabe duda que uno se va encontrando poco a poco en el camino. Y es la Doctora Experiencia quien te va curando lentamente y te va mostrando ahora por donde agarrar. Mas bien dame una cita con la Dra. Esperanza que se que me puede ayudar, y me cuente entre sus libros de estudios, que arcilla hay que usar para eso que quiero lograr.

Librándonos finalmente del reloj de pared, o el que tanto pesa sobre la muñeca izquierda, nos damos cuenta que estamos donde debemos estar, en el momento adecuado, trabajando para quien debemos trabajar, y mas importante aun… haciendo lo que nos gusta hacer. De no ser así, se me fuera la vida en una sala de ventas, vendiéndole al mundo cualquier cosa menos quien realmente soy. 

All paid jobs absorb & degrade the mind. -Aristotle



martes, 2 de noviembre de 2010

Dia de todos los muertos


Que atrasados estamos con el tema de la muerte. Que carnales, que tan poco profundos, que tan dispuestos a vivir una vida en sufrimiento. Eso es lo que somos. Seres carnales, mortales, que sin saberlo, mucho menos quererlo, buscamos el sufrimiento en cada cosa, en cada detalle. Como un entrenamiento en vida para ese oscuro momento. Siempre anticipándonos a ese ultimo dolor que es inevitable. La muerte. No solo la nuestra, sino la de aquel que tanto amamos.

Hoy por ser el día oficial de todos los muertos, me dispongo a escribirle a ellos, que son los primeros, los únicos que conocen la verdad. Pero mas que todo quisiera escribir por nosotros aquí en la tierra. Nosotros que vivimos ahogados en una intriga eterna. Nosotros que vivimos en una sola duda que nos agobia, nos atormenta, nos enloquece. Nosotros los mortales, los que nos empeñamos en creer una mentira triste, que hoy por hoy nos condena hasta llegar a la misma muerte. Por nosotros que se nos hizo mas sencillo llorar al amado cuando cerraba los ojos eternamente, en vez de celebrarle la vida que acababa de nacer.

Y así… día a día, año tras año,  sufrimos luchando contra el tiempo. Negando la edad, peleando incesantemente contra las arrugas en la piel, contra el blanco del pelo. Como nos entristece hacernos viejos. Como nos molesta el no recordar algo por mas tonto que sea a causa de la vejez. Como nos trata el ¨guayabo¨ de la mañana siguiente después de una noche de copas, viendo el amanecer. Una resaca que nos roba la identidad hasta dos días después… y el culpable son los años. Los años que no perdonan a nadie, pero que son imprescindibles para la vida, para la felicidad. Que contradictorio puede ser que los años te den la vida, y te la quiten también.

Mientras luchamos eternamente contra la mortalidad, hay unos mas sabios que buscan liberarse de ella, buscando retomar finalmente ese estado de consciencia, esa eternidad divina de la cual hemos venido, y a la cual algún día y sin saberlo, retornaremos. Si estamos en esta tierra para vivir, crecer, aprender, y amar, para luego llegar al supremo estado de la verdad, el destino final, la verdadera vida, la única libertad, el puro sentido de la felicidad… entonces la muerte no debería sufrirse, ni llorarse, ni entristecernos, ni hacernos vestir de negro, ni dejarnos presos en una cárcel mítica, fantasiosa, en la cual todo el mundo espera vernos, excepto nosotros mismos, que solo pensamos en escapar.

Privilegiados aquellos que estuvieron aquí, y ahora están allá y nos observan cuidadosamente con el único fin de alentarnos ante las caídas de la vida, y enseñarnos una y otra vez, que cada tropiezo es una oportunidad distinta para levantarnos de nuevo y ser mejores personas. Yo mas bien creo que privilegiados nosotros que aun tenemos el chance de vivir. De sentir como la energía mística de la vida entra en el cuerpo camuflada en cada respiración. Privilegiados nosotros que podemos perdernos en un beso profundo en los labios de la persona amada. Privilegiados de todo y por absolutamente todo. Privilegiados por el sol que nos calienta, y por la luna que alumbra las noches oscuras. Privilegiados nosotros que podemos reír, cantar, bailar. Que podemos sentir el abrazo de una madre y el calor que nos da otro ser, cuando unimos las pieles en una sola silueta. Privilegiados nosotros que aun sabiendo que vamos para ese mismo destino, tenemos el chance de seguir aquí y aprender que cualquiera que sea esa ultima parada del autobús, allí nos reconoceremos de nuevo a través de esa  sonrisa que nunca olvidamos.


Shadia querida: ¨Happy Birthday to you¨