jueves, 29 de noviembre de 2012
domingo, 11 de marzo de 2012
Flying Solo
Otra de las partes animales que tenemos es la soledad, o la capacidad
de estarlo. Nos vamos yendo poco a poco, nos vamos despidiendo siempre y en
todo sentido. Porque muchas cosas se hacen solo como la creación, como el sueño,
como la muerte. No hay nadie que nos pueda ayudar, mucho menos participar. Son
cosas tan nuestras que no podrían nunca ser de dos. Y aunque el amor sea
absurdo, y las ganas capaces de hacer daño, hay cosas que se hacen solo. En una
gama de tamaños desde la creación del mundo, hasta el sueño mas bonito antes de
volver a la vida. Hay cosas que se hacen solo porque son así. Porque somos
capaces de hacerlo sin necesidad de mas. Como tener ideas y ponerlas en papel,
para luego materializarlas en solitario. Como la inspiración divina que insiste
en aparecer en el silencio de la noche. A esa hora cuando nadie está, cuando
nada se escucha. Luz del mundo que
llega volando sola.
Sin embargo nos da por huirle. Por hacer ruido en todas partes y buscarlo
cuando se empieza a apagar. Nos da por comunicarnos constantemente temiendo a que
un dia no lo hagamos más y por otras razones. Y hablamos de más. Sabiendo que
algun dia llegará el momento de estar en solo para siempre, y por esa razon
buscamos evitarlo en lugar de aceptarlo. De verlo como normal, como una condición
estrictamente necesaria para saber realmente quien somos, y así poder
escucharnos. Sabiendo de esa manera que queremos en esta vida, y entender para
que somos buenos, descubrir nuestro talento. Necesitamos silencio. Todos los días
y muchas veces. Para recogernos, para cargarnos, para poder funcionar como
realmente es.
Se llega a Nueva York y la mágica ciudad comienza a asomarse tras la
ventana del auto, al pasar del puente. Y en vez de bajar el vidrio y
contemplar, hay una TV en el taxi que escupe información, y nos olvidamos de
tragar el viento. Nos olvidamos del silencio que tiene la ciudad cuando se ve
de lejos. Cuando inspira historias que se crean en soledad para luego vivirlas
mas tardesita. Quizá entonces en el campo se pueda vivir, se pueda apreciar.
Creyendo que el silencio esta únicamente en el no hablar de las cosas. Sabiendo
que tal vez al irnos lejos lo obliguemos a hablar aunque haga daño. Aunque nos
conozca mas que nosotros mismos, aunque tenga la razón. Hay que escucharlo. Hay
que abrirle espacios en cada madrugada y antes de dormir por las noches. Hay
que rendirle culto. Hay que explicarle que hay momentos que le perteneces y que
te lo haga saber. Que te acompañe en ellos a ser tu fuerte también, tan fuerte
como lo es él. El silencio.
Esos momentos que nos transportamos de un lugar a otro podrían ser de
silencio. Podrían ser de crear cosas o reflexionar. Podrían ser de admirar el
paisaje, de ver a la gente a los ojos y entender a través de una sonrisa la clase
de día que han llevado. Podrían servir para crecer como cuando se era niño y se
pasaban las tardes persiguiendo nubes, mirando directo al sol, y no hacía falta videojuegos. O entre
los árboles del monte o montando bicicleta. ¿Qué tan libre se sentía? que distintos
eran los ruidos por venir del mar o de la montaña. Y uno se perdía por horas sin preocupar a papá porque de
todos modos no había como llamar, como seguirte, como ubicarte en el mapa de
una pantalla del tamaño de la palma de la mano.
Y queriendo siempre no estar solos nos hemos vuelto mas solos que
nunca. Buscando ruidos por todas partes, queriendo entretenernos a todo costa y
todo el tiempo. Queriendo evitar los silencios. Como si no fueran nuestros.
Como si le pertenecieran a alguien mas que es distinto pero no lo es. Alejándonos
de la verdad constantemente. Queriendo evitar de esa manera y a toda cuestas el
silencio que puede también llegar a parecerse al canto eterno de la muerte.
Dando vueltas sobre un mismo eje, borrachos. Como un ciclo vicioso en el que
eres adicto a una cantidad de estimulo que nos esta llevando a cambiar de raza,
a ser menos humanos.
The quieter you become, the more
you can hear.
- Baba Ram
Das
lunes, 30 de enero de 2012
Tema Tabú
Hay muchas cosas
de las que no se hablan. Porque incomodan. De alguna manera u otra nos quitan
el poder y nos reducen de tamaño. O peor aun nos avergüenzan. Así como algunos
tabúes sociales, los que más abundan al no haber sido capaces de responder, de lidiar
con la situación… entonces se torna tabú. Al no haber evolucionado de manera
tal de resolver las cosas de manera puntual y efectiva. No hemos sabido estabilizarnos
en paz en un mundo que nos va absorbiendo entre millones de millones de
personas, que poseen y manejan una sobredosis de información absurda. Por su
inestabilidad. Se siente entonces una necesidad de abrirnos cada vez más, y
salir corriendo hasta encaramarnos. El tema más tabú de todos… este mundo se está acabando… o mejor dicho, estamos acabando con el mundo.
¿Cómo se vive
entonces con eso? como se duerme con esa noción? Seria inútil tratar de desprenderse por unas horas e ignorar
el hecho que somos todos criminales. Seria imposible intentar poner la mente en
blanco para poder descansar. Ni despertarse en las mañanas con el pie derecho y
decretarle al universo que todo estará bien, que será un buen dia. Si tuviéramos
consciencia de ello realmente, quizás nos fuese imposible vivir. Si supiéramos
que dia a dia nos vamos desprendiendo del concepto de vida porque no la
apreciamos, en vez de desprendernos simplemente al saber que hemos vivido y
naturalmente ella se va, como se va la primavera cuando llega el verano. Así de
simple, así de bonito.
En cambio nos
adormecemos la mente, la psiquis. Siendo más inteligentes que nadie nos cegamos
al mundo porque somos demasiado poderosos. En vez de querer a la tierra como
nuestra propia madre, porque lo es; le gritamos, le pegamos, la quemamos, la
ignoramos. Le faltamos respeto así no mas. Pero lo sabemos muchas veces de
manera subconsciente y nos pesa. Por esa razón es un tema tabú. El hecho que
nos estamos destruyendo poco a poco es un tema tabú… aquí, allá y en todas
partes del planeta tierra.
Y sufrimos por
ello y vivimos con miedo al vernos protagonistas. No actores individuales sino
mas bien un elenco. Aun así, si la guerra no llega a tu suelo la sentimos ajena.
Sin embargo la sufrimos todos porque quiere decir que es real. Que si la viven
esos que vemos en la TV y los héroes de guerra… entonces si existe. Y podría
estallar en cualquier lugar del mundo, porque desafortunadamente somos de la
misma raza: guerrilleros, ricos, pobres, terroristas y presidentes. Todos
tenemos la misma vaina, el mismo cuerpo, la misma mente, el mismo corazón. Y
unos porque hacen las cosas y las provocan, pero los otros porque no hacen
nada. Porque es un tema tabú. Y se adormece la mente como después de un trauma
y se hace difícil procesar información. La energía que se emplea en el acto de
resistir impide que veamos el paisaje claramente, y que juzguemos por primera
vez en la vida de manera realmente humana.
Quizás es crear
consciencia de que es un tema tabú. Que el odio que le hemos ido cosechando a
todo le esta ganando al amor. Que nos esta venciendo en algunas cosas. Es
aceptarlo como un adicto que solo después de reconocer que bebe comienza el
proceso de sanación. Poco a poco. Así como deberíamos empezar a cambiar la
consciencia y comenzar a crear silencios. Silencios donde puedan oírse las olas
del mar, los soplos del viento. Momentos de paz que realmente nos permitan
hablar con las flores y reír entre ríos de montaña. Y preguntar en ese silencio
«que carajo nos pasa?» y escuchar sus respuestas atentamente. Muchas veces en
formas distintas… en unos ojos que piden perdón. En un favor recibido, y en
otro dado. En una sonrisa. En un viaje por las montañas del Perú… o en los
Alpes Suizos. Y en la madre más bella de todas que nos contiene juntos
concentrados en un mismo abrazo… por alguna razón tiene que ser.
Nature shows that with the growth of intelligence
comes increased capacity for pain, and it is only with the highest degree of
intelligence that suffering reaches its supreme point. – Arthur Schopenhauer
jueves, 19 de enero de 2012
R.I.P
Las malas
noticias son terribles. Como un huracán
en el medio de la nada sin poder resguardarse, sin refugio. Y siempre vienen.
Tarde o temprano por mas preparado que uno esté,
siempre te tocan la puerta. Por mas afín
que uno esté con la vida, por mas vidente que uno sea, por mas cum
laude en el tema espiritual. Siempre vienen como un balde de agua fría.
Literalmente. Una cachetada a la cara con mano abierta y te calienta la piel.
Te desvela, te rompe, te vuelve así pequeñito,
inexistente para el mundo y para todo aquello que tanto creías.
Como volver atrás. Como saber que para esos momentos te has venido
preparando desde hacía rato y ahora no entiendes realmente para qué. Tanta preparación, tanta experiencia, si igual te agarra, y
tiene el poder de asfixiarte con sus dos manos. Si igual te agarra desprevenido.
Si igual te toca, te carga, te zarandea, si tiene el poder de inestabilizarte,
de destruirte, de aniquilarte. Desafortunadamente así
son. Así son casi todas.. las malas noticias.
Y las hay por
todos lados, y hay más de una para cada quien. Las hay por doquier. No
hay que comprarlas, ni hay que ser rico ni pobre para tener mas o menos. La
misma cantidad. No se al final si seria mejor nunca dejar de entrenarse en la
carrera que es la vida, o mas bien ser inútil,
ignorante y necio ante lo que puede pasar. No se siquiera si es posible
entrenarse para la muerte de algún familiar.
Inesperada. ¿Son realmente efectivos los años
de estudio, de rezos, de retiro y meditación?
Cuando te arrancan la vida de un solo golpe y hay que vivir con ello. Al
parecer eso es lo que hay, no hay de otra en este juego de la vida. No hay
comodín. No hay un valor en X en esta ecuación
que llamamos vivir. Un dulce baile entre respiro y latido donde toda canción
tienen un final. Un misterio maravilloso como la vida misma que la parió.
Porque sin muerte no existiera la vida, ni días
de sol y cielos azules sin las tormentas que vienen y van.
Tan familiar
se nos hace el decir adiós porque solemos hacerlo a diario. De hecho es una
de las primeras cosas que se nos enseña
cuando somos bebés «dile chao», con voz de
mamá. Sin embargo no se aprende a decir ese ultimo adiós
entre tantos adioses. No se digiere realmente con cada uno que pudiera ser
ultimo alguna vez. Por muerte o distancia hay siempre un ultimo adiós.
Un adiós para el que no nos entrenaron jamás.
Por ello es mejor ni pensarlo, ni dar tiempo para entenderlo…
sino mas bien aceptarlo. Saber que la vida va mucho mas allá
y que todos tenemos finales distintos porque a cada quien le dieron sus cartas.
Saber que si alguien se retira del juego sigue el tiempo reglamentario y hay
que seguir jugando. Hay que aprender a vivir sin los nuestros. Hay que tener la
carta de la esperanza y saber jugarla. Hay que seguir adelante, hay que seguir
amando todo lo que aun está. Hay que seguir creyendo por sobre todas las cosas.
Hay que evitar a toda cuestas ser uno el que dice ese adiós
porque se nos fue el alma prendada de aquel que se fue… porque se ha perdido la fe. Esa ultima
vez.
One day your life will flash before your eyes. Make sure its worth
watching.
- Unknown source
domingo, 8 de enero de 2012
All or nothing
Los verdaderos alpinistas tienen su propio vocabulario, así como lo tienen otras disciplinas en la vida. Sin
embargo ellos llaman "the grip¨ o ¨feeling the grip" a ese preciso momento en el que no saben donde colocar el próximo pie, o
la próxima mano… ese momento de absoluto desconcierto, de absoluta presencia. Un verdadero cocktail de miedo y
frustración. Ese momento tan particular para aquellos que se arriesgan en la
extremidad de las montañas más peligrosas del mundo, puede también relacionarse
a la vida de cada quien, de los más cobardes y más comunes seres que habitan el
planeta tierra. Es que al parecer, aquellos que toman los mayores riesgos
pareciera que vinieran con una anatomía distinta. Otra manera de juntar y
conectar los cables del cerebro, y así alterar la sinapsis que ocurre cada vez
que se piensa, cada vez que se toma una decisión… y por supuesto, en cada
momento que ponemos algo en riesgo, desde la mundana reputación hasta el propio
pellejo.
Resulta ser que para aquellos alpinistas que tienen
prácticamente toda la vida en eso, les resulta mucho más sencillo, digamos
habitual, el tomar decisiones tan arriesgadas como «donde colocar el próximo
pie». Para ellos es definitivamente una decisión de vida o muerte, como lo
seria para cualquier otro mortal, simplemente alguien que no está preparado
para ello, no se coloca en esa situación. Sin embargo todos somos iguales, y
todos nacimos con ese ¨músculo del riesgo¨ impregnado en el cromosoma, con ese
poder de fortalecerlo de alguna manera que nos habituemos poco a poco a tomar
decisiones de riesgo comenzando por las más pequeñas hasta que prácticamente se
nos congele el corazón, capaces de todo, ajenos a nuestra propia naturaleza.
Como dicen un dicho ¨if you don´t use it, you lose it¨… se debilita, se
atrofia. ¿Es acaso el riesgo algo que podemos entonces fortalecer con los años?
¿Con la practica, con las propias decisiones que tomamos dia tras dia?
Una cosa si es cierta que para el riesgo nunca es
tarde, sobretodo cuando trata de decisiones personales en la vida de cada quien
que hasta el momento siempre habían sido detonantes de miedo, de rechazo, de
temor a las consecuencias. A no poder llevarlas a cabo como renunciar al
trabajo, el decir ¨te amo¨ viendo a los ojos, o quizás lo contrario… el
sincerarse con alguien cuando se ha perdido el amor. Dejar ir. El cambiar de
ciudad, de preferencia sexual, de pareja. El querer ser artista en vez de
economista, y músico en lugar de profesor. ¡Lanzarse al agua! Habituarse de esa
manera y poco a poco a un ambiente fuera de confort. Uno que anteriormente
estaba vetado por la angustia que acompaña los episodios de miedo. Irse
acostumbrando poco a poco a ser quien uno es realmente, y la parte más difícil
de todas, demostrárselo al resto del mundo a medida que nos vamos acoplando, Es
un proceso, así como todo en la vida. Pero además de eso, es un gran riesgo que
vale la pena tomar.
"A
man would do nothing, if he waited until he could do it so well that no one
would find fault with what he has done."
—
Cardinal Newman
British
Preacher (1801-1890)
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