Los verdaderos alpinistas tienen su propio vocabulario, así como lo tienen otras disciplinas en la vida. Sin
embargo ellos llaman "the grip¨ o ¨feeling the grip" a ese preciso momento en el que no saben donde colocar el próximo pie, o
la próxima mano… ese momento de absoluto desconcierto, de absoluta presencia. Un verdadero cocktail de miedo y
frustración. Ese momento tan particular para aquellos que se arriesgan en la
extremidad de las montañas más peligrosas del mundo, puede también relacionarse
a la vida de cada quien, de los más cobardes y más comunes seres que habitan el
planeta tierra. Es que al parecer, aquellos que toman los mayores riesgos
pareciera que vinieran con una anatomía distinta. Otra manera de juntar y
conectar los cables del cerebro, y así alterar la sinapsis que ocurre cada vez
que se piensa, cada vez que se toma una decisión… y por supuesto, en cada
momento que ponemos algo en riesgo, desde la mundana reputación hasta el propio
pellejo.
Resulta ser que para aquellos alpinistas que tienen
prácticamente toda la vida en eso, les resulta mucho más sencillo, digamos
habitual, el tomar decisiones tan arriesgadas como «donde colocar el próximo
pie». Para ellos es definitivamente una decisión de vida o muerte, como lo
seria para cualquier otro mortal, simplemente alguien que no está preparado
para ello, no se coloca en esa situación. Sin embargo todos somos iguales, y
todos nacimos con ese ¨músculo del riesgo¨ impregnado en el cromosoma, con ese
poder de fortalecerlo de alguna manera que nos habituemos poco a poco a tomar
decisiones de riesgo comenzando por las más pequeñas hasta que prácticamente se
nos congele el corazón, capaces de todo, ajenos a nuestra propia naturaleza.
Como dicen un dicho ¨if you don´t use it, you lose it¨… se debilita, se
atrofia. ¿Es acaso el riesgo algo que podemos entonces fortalecer con los años?
¿Con la practica, con las propias decisiones que tomamos dia tras dia?
Una cosa si es cierta que para el riesgo nunca es
tarde, sobretodo cuando trata de decisiones personales en la vida de cada quien
que hasta el momento siempre habían sido detonantes de miedo, de rechazo, de
temor a las consecuencias. A no poder llevarlas a cabo como renunciar al
trabajo, el decir ¨te amo¨ viendo a los ojos, o quizás lo contrario… el
sincerarse con alguien cuando se ha perdido el amor. Dejar ir. El cambiar de
ciudad, de preferencia sexual, de pareja. El querer ser artista en vez de
economista, y músico en lugar de profesor. ¡Lanzarse al agua! Habituarse de esa
manera y poco a poco a un ambiente fuera de confort. Uno que anteriormente
estaba vetado por la angustia que acompaña los episodios de miedo. Irse
acostumbrando poco a poco a ser quien uno es realmente, y la parte más difícil
de todas, demostrárselo al resto del mundo a medida que nos vamos acoplando, Es
un proceso, así como todo en la vida. Pero además de eso, es un gran riesgo que
vale la pena tomar.
"A
man would do nothing, if he waited until he could do it so well that no one
would find fault with what he has done."
—
Cardinal Newman
British
Preacher (1801-1890)
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