jueves, 2 de junio de 2011

Cheers for fears

Hace algunos días escuché la frase ¨el mundo cambia cuando la relación que tenemos con nuestros propios miedos cambia¨. Sin embargo fue una frase que me dejó pensando… ¿como cambia entonces esa relación? la que hemos venido llevando por tanto tiempo con ese personaje oscuro y tenebroso al que mientras mas le tememos, mas poder tiende a tener sobre nosotros. ¿Que se necesita entonces para vencerlo? para agarrarlo fuertemente por los cuernos y decirle a la cara ¨bastó! hasta aquí llegaste!¨, y lanzarlo con fuerza hacia lo lejos del horizonte, muy lejos, lejos de ti, de tu vida, de tus sueños, de tu presente.

Estamos claros que hay muchos tipos de miedo. Algunos se consideran positivos y estrictamente necesarios para vivir. Como ese sentimiento sembrado en las paredes del estómago cuando estamos cerca de algo peligroso o cuando nuestra propia vida se ve amenazada por alguien o por algo externo ante el cual no tenemos control. Ese miedo es capaz de salvarnos la vida, por ello no quisiéramos nunca vivir sin el. Sin embargo la mayor parte de nuestras vidas experimentamos un miedo distinto, uno que mas bien se autofabrica en nuestra propia mente, nos manipula, y tarde o temprano termina siendo dañino. Pareciera que su origen fuera una semilla que se siembra desde muy pequeños (una semilla social, politica, economica) que crece dentro de una sociedad, hasta convertirnos lentamente en nuestros peores enemigos.

Es necesario entonces creer en algo (sea lo que sea) que nos muestre la diferencial entre la realidad y la ilusión. Todo lo falso que vamos alimentando y que termina siendo la Biblia de nuestras creencias, virtudes y valores. Algo místico en lo que podamos tener fe, y que a través de eso podamos liberarnos de tanto miedo que se acuesta con nosotros por las noches robándonos el sueño. No obstante es una tarea que se hace difícil cuando el miedo se ha cultivado desde muchos años atrás y ha ido estrechando sus raíces por todo el cuerpo hasta envolver del todo al corazón. Por esa misma razón entonces es necesario plantar un nuevo jardín con flores diferentes que traigan otros frutos de distintos sabores y vivos colores. Semillas de amor, de fe, de humildad, de esperanza, que vayan destruyendo la maleza del odio y del miedo, y vayan ocupando terreno poquito a poquito a través de la paciencia.

Aprendamos de nuevo a respirar como bebés recién nacidos, pausando entre cada inhalación pero haciendo de este proceso un ciclo esencial para la vida. Tengamos paciencia, porque la paciencia se aprende con cada respiro y se fortalece en cada exhalación. Respiremos de una manera que parezca como si meditáramos en cada momento, como si cada palabra dicha fuera una oración que pidiera al cielo un poco de consciencia para todos los seres que lo tenemos como techo azul eterno. Ser conscientes de quienes somos y saber que es de nuestra naturaleza sentir miedo, pero que aun así, mientras mas lo asimilamos, mas poder tenemos de vencerlo. Atravesarlo de frente para poder combatirlo y dejarlo ir… al parecer es la técnica mas efectiva para comenzar a vivir bajo la ley del amor. Aceptando tantas cosas a la misma vez como el miedo al fracaso, el miedo a la soledad, el poderoso miedo a la muerte, el miedo a la no pertenencia, a la miseria, a la enfermedad. Todos estos miedos y muchos mas que solo existen en la mente de quien los padece. No se pueden tocar, ni ver, ni escuchar, ni probar… se pueden sin embargo aceptar y enfrentar. Se pueden engañar haciendo como si no existieran, respirando profundo, agradeciendo mas bien por la vida misma que aun se tiene, que sin duda alguna vale mas que cualquier temor.


He who is not everyday conquering some fear has not learned the secret of life - Ralph Waldo Emerson

No hay comentarios:

Publicar un comentario