martes, 9 de noviembre de 2010

No te vistas que no vás

Como de costumbre me levanté de madrugada con el despertador gritando a llantos que me moviera, que empezara a revolotear entre las sabanas todavía entrelazadas, señal que alguno de mis pies tocaría el suelo frío de la mañana, en algún momento. Pronto. Muy pronto me pasan las horas en que se le cierra la santamaría a la vida, y se le abre la puerta a lo surreal, a lo desconocido, al sueño tuyo, y al sueño mío.

Quisiera quedarme en la cama por siempre. El solo pensar que debo ir a trabajar a ese lugar una vez mas me aterroriza. Quisiera estar enferma para quedarme en casa. ¡No debería ser así, no tendría porqué sentir esto! Con una sola decisión que tomase, este sentimiento que me persigue y me tortura desde hace mucho tiempo atrás, podría desaparecer. Pronto y para siempre. Me impresiona mas bien lo fuerte que he sido y el tiempo que he sido capaz de vestirme, y presentarme allí, cada mañana ante el mundo, con esa careta ya vieja que todos conocen y reconocen. Que pena con ellos. No soy yo.

Y es que la vida muchas veces nos coloca en sitios que no son. A los cuales no pertenecemos, así pensamos. Para darnos cuenta luego que nos pertenecían mas que el propio nombre de pila. Que teníamos que estar allí en ese momento trabajando largas horas para un jefe irrespetuoso, gritón, prepotente, nervioso y desesperado. Así es. Teníamos que estar allí. En cada una de esas horas extras que nos vemos obligados a trabajar. Esas horas extras que terminan siempre saludando a la luna para ofrecerle una taza de café sin calentar. Que lento pasa el tiempo. Ese trabajo que nunca entendí, porque primero necesitaba entender que estaba haciendo allí, para poder empezar. Eternas horas viendo el reloj. Cerrando los ojos firmes y quietos, deseando con ganas que alguna fuerza extraña reencarnara en reloj de pared y moviera sus brazos largos hasta el punto de verme salir. Deteniendo el tiempo allí, en el momento de ese adiós que se haga eterno.

Pensamos entonces que fue una simple equivocación de carrera. Que los libros de calculo y las reglas de tres, da lo mismo si están o no están.  Que el delantal de chef o el estetoscopio ahora si que se fueron de fiesta. Que las hojas a cuadro y las presentaciones se pintan de colores hasta verlas no mas.  Las reuniones, las conferencias, los almuerzos ejecutivos, el viaje de negocios al interior, las horas extras… no pasaron tu prueba de personalidad. La venta se va a caer, el negocio no se va a cerrar, la bolsa cayó, el clima no esta bueno para el viaje….

Pero todo eso tan grande que somos no podemos dejarlo allí. Limitado a un puesto en la empresa o a la cantidad de ceros en tu salario. No seria sano ni bueno, definirnos únicamente por lo que hacemos… ¿Cuantos años estudiaste? ¿que titulo tienes? ¿cuantos doctorados o maestrías? dime tu... ¿donde trabajas? cuentame a ver... ¿cual es tu cargo? ¿cuanto ganas?  Lejos de quien realmente soy. No me pongas allí en esa esquina, ni me tapes los ojos con esa etiqueta que no puedo leer. Ese lugar allí tan arriba me hace reír, soy millonaria, me siento orgullosa, querida, realizada… pero no me hará nunca mas persona que tu, ni que nadie. Mas humana, mas noble. Y de ser así, fracasaría tarde o temprano viendo como mi castillo de arena se hace polvo tras la espuma del mar. Seria como llenar de aire una pequeña bomba sabiendo que va a reventar allí entre mis dedos... abriendo mis ojos a la realidad.

No andemos por el mundo como zombies, cara de arquitecto, de doctor, de modelo, de presidente de una empresa, de futbolista, de azafata… la vida misma nos va a despedir. Hay que tener paciencia porque si, no cabe duda que uno se va encontrando poco a poco en el camino. Y es la Doctora Experiencia quien te va curando lentamente y te va mostrando ahora por donde agarrar. Mas bien dame una cita con la Dra. Esperanza que se que me puede ayudar, y me cuente entre sus libros de estudios, que arcilla hay que usar para eso que quiero lograr.

Librándonos finalmente del reloj de pared, o el que tanto pesa sobre la muñeca izquierda, nos damos cuenta que estamos donde debemos estar, en el momento adecuado, trabajando para quien debemos trabajar, y mas importante aun… haciendo lo que nos gusta hacer. De no ser así, se me fuera la vida en una sala de ventas, vendiéndole al mundo cualquier cosa menos quien realmente soy. 

All paid jobs absorb & degrade the mind. -Aristotle



No hay comentarios:

Publicar un comentario