Cuántos no sueñan con otra vida mientras empollan el forro de cuero negro que camina a ruedas por la oficina, ensuciados de tinta, embriagados con la luz del monitor, empericados de café, robots ejecutivos. Una realidad que puede palparse con los dedos y que aunque no se quiera se lleva consigo a donde quiera que se va. Una doctora que se pasa las horas mirando el reloj, que los pacientes son los mismos, y la ciencia determina lo que es para ti o para mi. Firmando drogas como si fueran autógrafos sin ver a los ojos del paciente, por si acaso hay algo mas allá que una simple tos, que una vaga enfermedad. Y así podría pasarme días describiendo profesiones con sus pros y sus contras, con su rutina, su monotonía, cuando para el artista no hay nada mas detrás del telón.
Es que nada de esto pasara si realmente fuese una pasión. Si la pasión es lustrar zapatos se agarra la calle y se pone a trabajar. Y buscando la cera mas ilustre se comienza a frotar y frotar hasta que la vida agarre brillo. Y si la pasión fuese vender en una boutique de ropa, por lo menos la moda debe gustar, y así sean cachivaches o estrenos, con un gusto innato deben lucir bien. Si la pasión es ser bailarina hay que aguantarse los pies, y los calambres en las piernas, la dieta rigurosa, la capota en maquillaje, porque luego hay mucho por lo que sentirse bien…
Es fácil hacerse la pregunta de que nos gusta hacer. La respuesta puede ser aun mas sencilla porque si ya se tiene cierta edad, por mas que queramos esconderlo, por dentro lo tenemos demasiado claro. El talento mismo va brotando poco a poco por los poros, no importa si se oculta el sudor. Lo que se hace realmente difícil es hacerlo. Es tomar la decisión de dejar las cosas tal y como están y empezar de nuevo. Y no se hace por uno, sino por los demás. Por no tener que enfrentar a la gente que juzga y decirles que has decidido renunciar y cambiar. La palabra cambio les resulta tenaz, una palabra que no existe en el diccionario, y que de existir necesitarían un manual para llevarla a cabo. O llegar a la casa a contarle a la familia que se van de la ciudad p´al pueblo porque ofrecieron negocio en lo alto de la montaña. Entonces opinan y reclaman, y los demás también y te dicen lo contrario, y se cuestiona la vida misma cuando eso lo que se está buscando. Vivir. Y te retractan… vuelves a la oficina a calentar la silla y a drogarte de café, o al consultorio a medir la tensión y firmar la receta, o la boutique de la madame a mirarte en el espejo y decirte a ti mismo con la mirada clavada en tus propios ojos, que algún día se va a lograr. Hondo respiro.
Dichosos aquellos que se acercan a ello, o que ya lo están… y que aun consiguen balancear el resto.
“We cannot be sure of having something to live for unless we are willing to die for it.¨
Che Guevara
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